Nada ha cambiado en Can Barça con la llegada del nuevo año, al que el líder invicto de la Liga dio la bienvenida en el Camp Nou dándose un nuevo homenaje (4-0), esta vez en el derbi ante el Espanyol, al que este domingo arrolló sin piedad en una gran primera mitad.
Fue uno de los derbis más desiguales de los últimos años. Un monólogo azulgrana desde el minuto uno, un soliloquio del conjunto local, que tocó y tocó hasta volver loco al rival con un juego posicional en el que nadie parecía ocupar el sitio que le corresponde y todo el mundo llegaba en lugar de estar.
A los blanquiazules, acuciados por su delicada situación en la tabla, el balón les duraba un suspiro y el resto del tiempo lo empleaban persiguiendo sombras. Uno, dos, tres, cuatro goles. Y aun no se había llegado a la media hora.